viernes, 18 de marzo de 2011

HISTORIA DE UN ARTÍCULO

En la zona de la derecha de este blog he puesto las publicaciones en las que de algún modo u otro he participado. Pinchando sobre ellas se va al enlace correspondiente en el que se detalla más información... No están todas mis publicaciones ni todos mis artículos: algunos fueron publicados en páginas web que a día de hoy han desaparecido, otros fueron publicados únicamente en papel, en revistas, etc. que no tienen dirección de internet. Sí, ya sé que parece increíble: revistas que no tienen página web. Un caso especialmente raro de inexistencia en internet es el de la revista municipal del ayuntamiento de Fuenlabrada: "Fuenlabrada Ciudad". Hace unos tres años publiqué un artículo en esta revista y ésta es la historia que ahora quiero contar. La historia de la publicación de aquel artículo...

Cuando volví a España después de varios años en Inglaterra me puse a investigar sobre la historia de mi ciudad, pueblo o lo que sea: Fuenlabrada. Hice lo lógico, acudir al archivo municipal localizado en uno de los sótanos del ayuntamiento nuevo. Allí, una mujer de trato difícil me complicaba las cosas, parecía que más que archivo municipal era su archivo privado y había que tener mucho tacto para poder consultar lo que se suponía que uno podía consultar por el mero hecho de solicitarlo. No me entretendré mucho más con esta parte de la historia ni con esta mujer, porque sinceramente no merece la pena. El caso es que allí, casi de casualidad encontré un libro que llevaba -y lleva- por título: Libro Memorial. Españoles deportados a los campos nazis (1940-1945), libro que hoy se puede consultar en la página del ministerio de cultura y que incluso incorpora un buscador... Dicho libro contiene los nombres, clasificados por provincias, de los españoles que fueron deportados a los campos de concentración y exterminio nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

Allí pude leer por primera vez que en aquellos campos de horror y muerte habían penado tres (¡3!) fuenlabreños. ¿Cómo era esto posible? En 1936 Fuenlabrada era un pequeño pueblecillo de menos de mil habitantes, campesinos en su mayoría. ¿Qué camino, qué tremenda historia, llevaba a un humilde hombre de un pueblecito remoto al campo de concentración de Mauthausen? ¿Y por qué me enteraba ahora, prácticamente de casualidad? ¿Por qué no hay ningún rastro de ello en mi ciudad? La cosa no acababa ahí; además de ellos tres había deportados de otros muchos pueblos de alrededor: dos de Leganés, dos de Getafe, dos de Pinto, uno de Parla, dos de Móstoles... Y así hasta 530 solamente de la Comunidad de Madrid. Cerca de 10.000 de toda España. Decidí investigar el tema...

Pero antes, y aquí comienza realmente la historia -perdón por la tan larga introducción- concerté una cita con el editor de la revista municipal, cita a la que al final no pude ir aunque sí mi padre, que me contó la siguiente conversación:

- Buenos días, le quería consultar un asunto. Mi hijo está preparando un artículo sobre los fuenlabreños deportados a los campos de concentración nazi y nos preguntábamos si sería posible publicarlo en la revista municipal, en la sección de historia que tienen.
- Vaya, qué interesante. Claro, claro. De los republicanos, ¿no?
- Sí
- Por supuesto, espérese, mire... -Y abrió un cajón lleno de cosas entre las que empezó a rebuscar- Mire, mire, aquí la tengo -y desplegó ante mi padre una arrugada bandera republicana- Yo también soy republicano y claro que sí, ese artículo se va a publicar, tráigamelo cuando lo tenga listo
- Muchas gracias

Para los que no lo sepáis el ayuntamiento de Fuenlabrada lleva gobernado por el PSOE desde hace casi treinta (¡30!) años y, aunque matemáticamente no lo necesita, está coaligado con Izquierda Unida que tiene, tanto en la época de esta historia como a día de hoy, dos concejales.

Al cabo de unos meses que me los paso leyendo libros diversos, artículos, etc. -e incluso entrando en contacto a través de internet con los archivos en Alemania de los campos de concentración, a quienes debo agradecer la amabilidad con la que pusieron toda su información a mi disposición (en clara antítesis con su homóloga de Fuenlabrada)-, soy yo en persona quien entra en el despacho del "republicano" de la revista municipal.

En ese tiempo había descubierto que no eran tres, sino dos los fuenlabreños que habían sufrido los campos de concentración. El tercero, Félix Campos se llamaba, no era de mi pueblo sino de Fuenlabrada de los Montes, provincia de Badajoz. Por un error comprensible aparecía erróneamente atribuido a la Fuenlabrada de la provincia de Madrid. De esta manera, y junto con otro nombre que descubrí en mi investigación y que no aparecía en el libro del ministerio de cultura, resultaban cinco (¡5!) deportados a los campos nazis de este pequeño y entrañable pueblo extremeño... Por cierto, y perdón por volverme a desviar del asunto, pero todo hay que decirlo: cuando me puse en contacto con uno de los profesores universitarios que habían coordinado el Libro Memorial para comunicarle el error y facilitarle la información que había conseguido para enmendarlo, no me hizo ningún caso. Le mandé un correo electrónico que nunca fue contestado.

Pero sigo. Decía que pasado el tiempo vuelvo al ayuntamiento con el artículo terminado.

- Hola. Soy Antonio Díez, el del artículo de los campos de concentración. ¿Se acuerda de mí?
- No
- Estuvimos hablando hace un tiempo, le dije que estaba investigando sobre los fuenlabreños deportados a los campos de concentración y exterminio nazis
- Ah, ya... ¿Y qué pasa?
- Pues que aquí está el artículo -y le dejé sobre la mesa los tres folios que representaban varios meses de investigación y de lectura de textos y documentos en varios idiomas, sobre todo alemán y francés.
- Espera un momento, voy a hacer una llamada
- ¿?

Y llama y aparece otro tipo. Esta vez sí el "jefe" real de la revista municipal y no un chupatintas con ganas de tirarse el pisto.

- ¿Qué traes?
- Un artículo sobre los fuenlabreños que...
- Ah... Déjame ver
- Tenga

Y se lo acerco. Lo leyó despacio, con rostro pensativo

- Aha... aha... uhum... uhum.... Bien... Vale. Esto no sé si se va a poder publicar
- ¿Cómo dice?

La bandera republicana supongo que seguiría arrugada en el fondo de un cajón de aquel despacho. Esta vez nadie tenía ganas de sacarla a pasear. El tipo que habló con mi padre el primer día mucho menos.

- Que no sé si se va a poder publicar esto.
- Pero a mí me dijo este señor que él, como director de la revista, lo iba a publicar
- ¿Que te dijo qué? El jefe soy yo y no se puede publicar nada sin mi consentimiento

El tipo aquel me daba pena y risa a la vez, pero yo no había venido a sacarle los colores, sino a publicar la tremenda y durísima historia REAL que había estado investigando durante varios meses en mis ratos libres.

- ¿Y por qué no se puede publicar?
- Pues porque reabriría heridas, no es conveniente
- ¿Cómo? ?¿?¿?¿?

Por aquel entonces el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, estaba estudiando la redacción final de la conocida como Ley de la Memoria Histórica junto con expertos, asociaciones de víctimas y otros líderes políticos. Mientras esto sucedía, aquellos que todavía simpatizaban con el régimen franquista o que directamente tenían miedo de que se descubrieran sus desmanes predemocráticos recurrían a la cantinela de "no hay que remover el pasado ni reabrir heridas"...

- No creo que este artículo reabra ninguna herida. En todo caso tal vez ayude a cerrarla. Y por otra parte es un artículo diseñado para la sección de historia de la revista. Es historia y de todo lo que hay en él escrito tengo pruebas documentales.
- Es que además esto abriría "un melón"
- ¿Un melón? -Yo lo estaba empezando a flipar...
- Sí, si tú publicas este artículo otra gente va a querer hacerlo también, y...
- ¡Pues ojalá! A ver si vamos a tener aquí en Fuenlabrada una cantera de historiadores y no lo sabemos. Además, la revista municipal, ¿de quién es? ¿no es de todos? ¿no está para eso? ¿para qué está sino?
- Bueno, para publicar esto yo tengo que conseguir autorización "de arriba", ¿me entiendes?
- Claro que sí...

Y no sé que más me contestó, porque yo ya había recogido mi artículo de su mesa y me había dado la vuelta. Era perder el tiempo. Pero el tipo tenía razón, él era un don nadie, un oscuro funcionario cuyo puesto dependía de los vaivenes políticos y que no podía arriesgar ni un ápice por su cuenta y riesgo si quería conservar la talegada que debía cobrar por elaborar una revistilla municipal.

Así que decidí tirar de gente y amigos que conocía para poder ir a hablar directamente con el alcalde. Pero antes pasé por el despacho de Teresa Fernández, la concejala de Izquierda Unida, que suponía debía tener mano en el ayuntamiento e incluso interés en la publicación del artículo. Durante las anteriores fiestas patronales un grupo de nazis amenazaron con prender fuego el chiringuito de Izquierda Unida y, aunque no lo consiguieron, arrancaron de cuajo la bandera republicana que tenían como decoración. Hablé con ella, hizo un par de llamadas y me dijo:

- Vete a hablar con el alcalde

Y allá que fui. Pero no pude hablar con él, todavía no... En la puerta me hicieron esperar aún un buen rato. Con la tontería ya llevaba allí más de tres horas, sentía hambre, cansancio, tenía mil cosas que hacer y no estaba sacando nada en claro. Mientras pasaba el tiempo y me empezaba a preguntar por qué perdía mi tiempo en un ayuntamiento me recibieron por fin dos de sus secretarios.

- Buenos días
- Buenos días
- ¿Sobre el artículo, no? -me dice uno de ellos
- Sí
- Me lo deja ver
- Por supuesto

Según se lo entrego lo empieza a leer. La reacción me resultaba conocida:

- Aha... aha... uhum... uhum... Bien... Vale... Ummm... es un artículo polémico...
- ¿Polémico? ¿Por qué?
- Pues porque reabre viejas heridas y...
- Un momento, eso ya me lo ha dicho antes su compañero. No reabre heridas. Es historia.
- Es historia según se mire, puede ofender a ciertas personas...
- ¿A quién? Mire, le diré una cosa: en este artículo no se ofende a nadie. Al contrario. Se reivindica la memoria de dos de nuestros paisanos que vivieron el infierno de los campos de concentración. Aunque ahora que lo dice sí, sí que en el artículo se ofende y se denuncia a ciertas personas: a los nazis. Por eso le digo, y me comprometo a ello, que si una vez publicado les llegara una querella del Tercer Reich por lo que yo pongo ahí que sepan que asumo toda la responsabilidad... Es más, estoy dispuesto a firmarlo. Tráigame un papel en el que ponga que ustedes no se hacen cargo de las posibles ofensas hacia la Alemania nazi, y que yo, Antonio Díez, soy el único que responde de este artículo y lo firmaré encantado...

Y es que ya me estaban tocando los huevos. Estaba harto. Era tardísimo, no estaba llegando a ningún lugar. Había tenido que contar la misma historia a cuatro personas ya. Y nadie parecía tener conciencia del valor del artículo, sólo veía miedo, irracionalidad e incompetencia. La ciudad en la que vivo estaba, y está, en sus manos.

- Mira no te lo tomes así. El alcalde es una persona muy conciencia con esos temas. Su propio padre estuvo preso en Cuelgamuros construyendo el mausoleo de Franco después de la guerra, y...
- Mire, este artículo, el artículo que acaba de leer, lo he escrito yo. Yo. Y no De Juana Chaos...

Por aquel entonces quizá recordaréis que el etarra Iñaki De Juana Chaos había sido encarcelado tras publicar dos artículos en la presa por los que se le acusó de pertenencia a banda armada y amenazas.

- Tampoco digo eso.
- ¿Sabe que le digo yo? Que me devuelva el artículo. Devuélvamelo. Me lo llevo. Esto es una pérdida de tiempo y prefiero no publicarlo en su revista municipal. Ya lo publicaré por otro lado, hay mil sitios. Y más ahora con internet. Lo puedo publicar donde quiera. Eso sí: el artículo llevará una nota al pie que dirá "El ayuntamiento de Fuenlabrada, gobernado por PSOE e IU, se negó a publicar este artículo porque reabría heridas y podría ofender a la Alemania nazi"...
- Bueno tampoco te pongas así. Mira, dame el artículo, lo vamos a publicar
- ¿Sí?
- Sí
- Pues tome, aquí se lo dejo

Y sí: lo publicaron: la versión reducida de una página, ya que la de tres páginas era demasiado extensa, me dijeron. Y, por supuesto, no cobré nada por ello: ni yo lo pedí ni me lo ofrecieron. Enhorabuena por ellos... Pero antes de irme a casa, ya que tenía cita y me estaba esperando, pasé a saludar a Manuel Robles, alcalde de Fuenlabrada, quien efectivamente, me contó la historia de su padre en Cuelgamuros y otra historia que de momento no voy a contar sobre un juicio que tuvo hace algunos años por reabrir heridas. Eran otros tiempos y no lo tengo que contar yo, supongo que lo contará él algún día de estos. Si se atreve.

Todo fueron buenas palabras con el alcalde. Me resultó un hombre de trato cercano y cordial. Así que aproveché que estaba allí charlando con él y le dije:

- Señor Alcalde, sería de justicia crear un memorial, un monumento a estas dos víctimas de la barbarie nazi -en Fuenlabrada nos encantan los monumentos- e incluso ponerle sus nombres a una calle o plaza -en Fuenlabrada se estaban construyendo y planificando, en ese momento anterior al estallido de la burbuja inmobiliaria, diversos desarrollos urbanísticos.
- Sí, estaría bien. Pero hay unos trámites, ya sabes. Todo se verá

Pero no se hizo nada al respecto.

Y por eso, a día de hoy, como la revista municipal no tiene versión online, el artículo que escribí con la historia y los nombres de los fuenlabreños que fueron deportados a los campos nazis se habrá convertido en lo mismo que tantos otros hombres, mujeres y niños que tuvieron la desgracia de ser exterminados en esos campos del horror: cenizas y humo.

1 comentario:

  1. Muy bueno!
    Felicidades!
    Parece que además de tener miedo a los Nazis, también le tienen miedo a los biocombustibles...

    :)

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