martes, 14 de mayo de 2013

DOS PISOS Y TRES CASAS POR RELLANO

El diagnóstico del doctor Camacho fue muy claro: o abonaba cien mil euros o mi mujer sería desconectada de la que máquina que conservaba sus constantes vitales:

- Lo siento, Antonio, pero la nueva gestión del hospital nos obliga a dejar morir a todos los pacientes no rentables para dejar hueco a otras actividades más lucrativas... Por ejemplo, cuando tu mujer fallezca, su habitación y las dos de al lado se reformarán y pasarán a ser el bingo "Gregorío Marañón", de gestión privada... ¿Quieres un folleto?
- ¿Ya han salido folletos?
- Sí, toma uno
- No, no hace falta. No me gusta mucho el bingo, además que, con la situación que tenemos ahora en casa, no estoy mucho por salir y todo eso
- Como quieras
- ¡Cien mil euros! Estoy desesperado, doctor, ¿qué puedo hacer? ¡qué!
- Te entiendo, Antonio, por eso tengo aquí otro folleto que hemos elaborado para casos como el tuyo. Se llama "Consiga 100.000€ rápidamente para abonar sus facturas hospitalarias"
- Me interesa...
- Ojéalo y me dices

El folleto era curioso, pero en principio poco útil: eliminando todas las actividades delictivas que sugería para conseguir pasta, y que para mí estaban vetadas debido a mis antecedentes, tan solo me quedaban dos opciones: vender mis órganos a pacientes ricos o bien tratar de establecer un nuevo record Guinness, hazaña premiada con cien mil euros por la prestigiosa marca de cerveza irlandesa.

- Doctor Camacho, creo que podría intentar lo que dice aquí del record Guinness
- ¡Bien! ¡Me alegra oír eso! De todas formas lo mejor sería que contaras con la ayuda de alguien, de algún famoso preferiblemente que atrajera la atención del público hacia este hospital, para batir el record que te propusieras... ¿Cuál crees que podrías batir?
- Pues este mismo que viene como ejemplo en el folleto, el del sandwich de pollo y ensaladilla más grande del mundo
- ¡Excelente! Sé además quién podría ayudarte
- ¿Quién?
- Mi primo José Antonio
- ¿José Antonio Camacho, el ex seleccionador nacional de fútbol?
- Exacto
- ¿Tiene acaso algún tipo de experiencia en la fabricación de bocadillos gigantes?
- ¡Por supuesto! ¡Durante su carrera como futbolista sus bocadillos eran famosos en el vestuario del Real Madrid!
- ¡Genial entonces!
- Sí... Le llamo y le digo que venga para acá ahora mismo... Tú vete comprando pan de molde, pollo y el resto de ingredientes, lo que sea que lleve la ensaladilla...

Cuando llegué al mercadona la noticia había corrido ya de boca en boca y las reponedoras, las cajeras y toda la gente que hacía cola para pagar no pararon de jalearme

- ¡EH, ALLÍ ESTÁ ANTONIO, EL QUE VA A BATIR EL RECORD DEL SANDWICH GIGANTE CON EL EX FUTBOLISTA JOSÉ ANTONIO CAMACHO! ¡ÁNIMO, CHAVAL!

Aquello me daba mucha moral, incluso un nutrido grupo de personas decidió aparcar sus compras para acompañarme y apoyar con su calor la consecución de mi hazaña. Ya en la calle, grupos de niños y otras gentes se unían a la enorme comitiva que se dirigía hacia el hospital con pancartas y banderas de España y del Real Madrid. Nadie dudaba de mi éxito, por lo que yo mismo acabé convenciéndome de que la gesta era no solo posible, sino segura.

Cuando llegué al hospital José Antonio Camacho ya estaba allí y tenía todo preparado:

- Hola, Antonio. Soy José Antonio.
- Lo sé. Muchas gracias por venir y por tu colaboración
- No te preocupes, se trata de un caso de vida o muerte y no debemos perder tiempo: si en noventa minutos no conseguimos el record tu mujer será desenchufada y por lo tanto morirá, así que basta de palabrería...
- ¿¿¿NOVENTA MINUTOS???
- Así es- Dijo el doctor Camacho- Me temo que esto va a ser una carrera contra el reloj
- ¡PUES ADELANTE!
- Lo mejor -Dijo José Antonio- es estructurar bien la base del sandwich y luego ir subiendo poco a poco, formando cada dos pisos tres casas por rellano
- ¿Cómo?
- Dos pisos y tres casas por rellano
- Será tres cosas por relleno
- Claro, pero es que en Murcia lo pronunciamos así
- Ah, perfecto entonces
- ¡ADELANTE, ANTONIO!
- ¡SÍ, ADELANTE JOSÉ ANTONIO!

La gente comenzó entonces a rugir. Sus cánticos, sus gritos, nos elevaban y nos daban fuerzas para acometer con éxito nuestra tremenda lucha gastronómica. Poco a poco el sandwich fue creciendo: diez pisos, veinte pisos, treinta pisos... Nuestros músculos trabajan al máximo y no parecíamos tener límite.

- ¡VAMOS MUCHACHOS, PODÉIS LOGRARLO! -Nos gritaba al borde la afonía el doctor Camacho

Cuarenta pisos... cincuenta pisos... sesenta pisos... setenta pisos... Aquello era una locura... Pero no podíamos detenernos...

- ¿Cuál es el record actual, doctor? - Pregunté.
- ¡Cien pisos!
- ¿Cuántos llevamos?
- ¡Ahora mismo noventa y cinco! ¡Y os quedan dos minutos! ¡RÁPIDO, CHICOS, VAMOS!

Pero al poco, cuando ya casi habíamos terminado, vi que José Antonio perdía el color, sudaba abundantemente como sólo él sabe hacerlo y parecía a punto de desmayarse.

- José Antonio, ¿Qué te pasa?
- ¡ES ÉL! - Gritó lleno de horror- ¡ÉL! El árbitro del record Guinnes, ahora caigo: ¡ES GAMAL AL-GHANDOUR, EL COLEGIADO EGIPCIO QUE NO ECHÓ EN CUARTOS DE FINAL EN EL MUNDIAL DE COREA!

Y perdió el sentido, cayendo pesadamente sobre el suelo del quirófano. Allí le dejé porque no había tiempo que perder, el tiempo estaba casi cumplido y no me quedaba otra opción que dar un salto descomunal y desesperado para tratar de colocar la última rebanada de pan, la que cerraba el sandwich en el piso cien. El tiempo se detuvo. Estiré el brazo y justo cuando deposité el pan sobre aquella monstruosa torre oí el pitido final. Lo había conseguido. Una persona del público me subió a hombros y me sacó, arropado con una bandera de España, por la puerta grande del Hospital. Gracias al record mi mujer seguiría con vida al menos un mes más, hasta que llegara la próxima factura. Veríamos que me inventaba entonces...

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